Los orígenes de Rávena son inciertos. El primer asentamiento se atribuye de forma diversa a los tirrenos, los tesalios o los umbrios. En aquellos tiempos, el primer milenio antes de Cristo, la ciudad no era sino un conjunto de casas construidas sobre pilotes en una serie de pequeñas islas en una laguna pantanosa - una situación similar a la de Venecia varios siglos después.
No fue hasta su incorporación a la República Romana como una ciudad federada, en el año 89 a.C.,


Rávena disfrutó de un periodo de paz sin precedentes, durante el cual floreció la religión cristiana y la

En 476, cayó el Imperio Romano de Occidente. El Emperador oriental, Zenón, envió al rey ostrogodo Teodorico el Grande a recuperar la península italiana. Después de la batalla de Verona, Odoacro se retiró a Rávena, donde soportó un sitio de tres años por parte de Teodorico, hasta que la toma de Rímini privó a Rávena de suministros. Después de que Teodorico asesinase a Odoacro, Rávena fue la capital del reino ostrogodo de Italia.
Sin embargo, el emperador bizantino Justiniano I, cabeza del Imperio Romano de Oriente con sede en Constantinopla, era no sólo fanáticamente ortodoxo sino opuesto tanto al gobierno ostrogodo como a la variedad arriana del Cristianismo que allí se practicaba. En 535, el general Belisario, hombre de confianza de Justiniano, invadió Italia y en 540 tomó Rávena, que se convirtió en la sede del gobierno bizantino en Italia a partir del 554, una vez se completó la conquista de toda Italia.

En realidad, el templo había sido iniciado años antes, en el 527, bajo el patrocinio del arzobispo Eclesio, cuando Rávena aún pertenecía a los ostrogodos: Tras la conquista bizantina, se decidió que sería el templo oficial para el gobernador de la región occidental del imperio, el llamado Exarcado de Rávena. De esta forma y por deseo expreso de Justiniano, se reformó con el objeto de acelerar la integración al Imperio Bizantino de los territorios conquistados.
Considerada como la primera iglesia verdaderamente bizantina, San Vital es el mayor monumento de

La forma es octogonal, con un segundo octógono más pequeño que se levanta sobre el primero, coronado por una cúpula de 16 metros de diámetro. En torno al octógono está dispuesta una galería iluminada por ventanas de arco de medio punto que se abre al espacio interior formando igualmente arcos semicirculares. La galería se eleva en dos pisos; el superior dispone de tribunas revestidas a su vez con semicúpulas. La impresión en general es de espacio y luz, un efecto realzado por las pálidas columnas de mármol y las distinguidas arcadas.

Los sobrios ladrillos de los muros caracterizan el aspecto exterior del edificio, cuya línea lisa y carente de decoración se rompe por un ábside en el este, un pórtico en el oeste y varias capillas auxiliares. Nada en su exterior hace presagiar la suntuosa decoración que aguarda en el interior, en el que los artesanos bizantinos dieron rienda suelta a su pasión por la decoración recargada, con capiteles tallados y, sobre todo y especialmente en el presbiterio, sobre un alto zócalo de mármol, los mosaicos que ocupan todo el espacio posible y por los que es famosa esta iglesia.
Y es que San Vital representa uno de los pocos ejemplos conservados del dominio bizantino del arte

En los muros se alternan escenas del Viejo y el Nuevo Testamento. En la pared del fondo del presbiterio puede verse un Cristo entronizado entre santos y arcángeles por encima de la zona de las ventanas. Pero no todo es religión, claro. Como hemos indicado, San Vital se levantó para dotar a Rávena de un templo digno de la que era segunda capital del imperio de Justiniano, por lo que tenía un fuerte contenido propagandístico. Así, algunos de los mosaicos representan la corte bizantina, incluyendo retratos jerárquicos del emperador Justiniano y su igualmente famosa esposa Teodora, cuya joyería es representada en madreperla.

Abundan los convencionalismos como la isocefalia, el hieratismo, la frontalidad, la ausencia de perspectiva, el horror al vacío, los gestos repetitivos de los personajes, ausencia de movimiento —las figuras están petrificadas, pero se sugiere la dirección que siguen con la posición de las manos—, idealización de los rostros...
Los personajes están retratados con realismo y tienen mucha fuerza expresiva, pero son hieráticos y

Numerosos símbolos y atributos sitúan a cada figura en una jerarquía muy rígida. Los monarcas están en el centro y tienen las vestimentas más ricas y las joyas más lujosas, además de ir coronados —símbolo del poder terrenal— llevan un halo de santidad —atributo del poder espiritual—, constituyendo un claro paradigma del cesaropapismo bizantino: el emperador posee una categoría moral superior, la Iglesia y el Estado son uno sólo en él, que es rey/basileus por mandato divino y mayordomo del mismo Dios.

El artista se ha permitido ciertas licencias en el mosaico de Teodora, que no hay en el de Justiniano, quizá porque el protocolo del séquito femenino no era tan rígido o, quizá, porque son obras de distintos artistas: el color es más rico y variado, los brocados, las telas y las joyas tienen más detalles e, incluso, existe un fondo arquitectónico con cortinas, fuentes y una venera situada sobre la emperatriz.
La ventaja de los mosaicos empotrados en la pared sobre su uso tradicional para los suelos era que los

El efecto de la majestuosa procesión, con siluetas alineadas de izquierda a derecha y los rostros pálidos, de grandes ojos, solemnes, enmarcados en un arreglo maravilloso de colores brillantes, representa el apogeo del arte bizantino.
El impresionante efecto de los mosaicos se aprecia especialmente en el ábside, la parte semicircular al fondo del presbiterio. Un rayo dorado se encuentra encima de las representaciones, que decoran incluso la bóveda del techo. Las paredes están pobladas de ángeles y santos; los nichos y los muros están cubiertos de representaciones arquitectónicas y ornamentos vegetales y geométricos.

San Vital no está entre los templos más grandes del mundo, pero sí de los más bellos. En esta iglesia no sólo se puede apreciar uno de los más fascinantes ejemplos del arte del mosaico, sino que constituye una concreción visual impactante de los lazos religiosos y artísticos que unieron Oriente y Occidente en un periodo fundamental de la cultura europea.
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