span.fullpost {display:none;} span.fullpost {display:inline;} DE VIAJES, TESOROS Y AVENTURAS: Territorio del Norte australiano: el hogar de Cocodrilo Dundee

viernes, 8 de mayo de 2009

Territorio del Norte australiano: el hogar de Cocodrilo Dundee




El Parque Nacional Kakadu, en el norte de Australia, es el hogar de 120 especies de reptiles, desde lagartos que corren a dos patas hasta grandes pitones, pero sin duda el rey es el cocodrilo. En el Top End y de manera especial en Kakadu, habitan dos especies de cocodrilos. En primer lugar, los tímidos "freshies", Johnston o cocodrilos de agua dulce, crecen hasta alcanzar 3 m de longitud, comen animales marinos, pájaros y pequeños mamíferos y viven únicamente en ríos de agua dulce y billabongs. Exclusivos de Australia y reconocibles por sus estrechos hocicos y sus ordenadas filas de afilados dientes, parecen relativamente dóciles y se consideran inofensivos para los humanos, aunque no se recomienda comprobar con insistencia esta última afirmación. Algunas zonas de baño de Kakadu son conocidas por albergar freshies que, cuando llegan los ruidosos humanos, prefieren una retirada discreta antes que una abierta rebelión.

A lo largo de la costa y los estuarios, densos manglares recogen y acumulan grandes volúmenes de sedimentos arrastrados por los ríos todos los años, incrementando la superficie del parque cada estación. Los manglares son lugar de cría para docenas de especies de peces que son el principal alimento de la otra especie de cocodrilo, el reptil más grande del mundo: el conocido como saltie estuarine o cocodrilo de agua salada, que puede llegar a medir 7 metros de longitud y superar los 1.000 kg de peso en su plena madurez. En realidad no es una especie endémica de Australia sino que está extendido por todo el sudeste asiático, pero sí es aquí donde se puede encontrar en mayor número.

Se encuentra a gusto en agua salobre o incluso en el mar y carece de enemigos naturales aparte de ellos mismos. El saltie es famoso por su agresividad. Son cazadores oportunistas y cazan a su presa de repente y a toda velocidad para luego reanudar su inactividad acostumbrada durante días, si no semanas, seguidas. Son conocidos por atacar a los búfalos que deambulan por el barro aunque los pescadores y los bañistas son un tentempié que adquieren mucho menos tenazmente. Hay señales de advertencia por todos lados avisando a los visitantes no acercarse a las orillas de los ríos o nadar en aguas que puedan parecer cristalinas e invitadoras al pie de una cascada. Sus amplios y poderosos hocicos y sus torcidas mandíbulas constituyen una fascinante y horripilante visión que ha cambiado poco desde los tiempos de los dinosaurios hace 160 millones de años; entonces, los salties eran cuatro veces más grandes de lo que lo son ahora.

Los muchos cocodrilos que vimos aquella mañana eran "freshies", que acudían curiosos cerca de la balsa quizá con la esperanza de que algún turista poco cuidadoso, arrebatado por la emoción y arrastrado por el peso de su cámara de fotos, cayera al agua. Otros reposaban en las orillas con las mandíbulas abiertas, totalmente inmóviles, como si fueran figuras de cera, con esos ojos estáticos y carentes de expresión.

Paul Hogan fue quizá el mejor propagandista de Kakadu. Cuando en 1986 estrenó su película “Cocodrilo Dundee”, nadie podía prever el éxito que cosecharía en todo el mundo su rústico personaje, reunión de tópicos del pionero del Outback. La parte de la película que transcurría en Australia fue rodada en Kakadu y aquellas escenas supusieron el primer contacto de mucha gente con estas tierras. Lo que es menos conocido es que Cocodrilo Dundee existió en la realidad... más o menos...
En 1999, un australiano solitario y salvaje, Rodney Ansell, moría en un enfrentamiento con la policía. Ansell, diestro con las armas y buen conocedor de la naturaleza más hostil, tuvo una vida muy australiana como cuatrero y cazador de búfalos en la Tierra de Arnhem, una de las zonas norteñas más inhóspitas y solitarias del Top End. Tenía 44 años cuando murió.
Su vida habría pasado inadvertida de no ser por un documental y un libro que narraban su epopeya durante los dos meses que anduvo perdido en el inhóspito norte del país, después de que su barca fuese atacada por un cocodrilo gigante en el río Fitzmaurice. Para no morir de sed tuvo que beber la sangre de los lagartos y búfalos que cazaba. El interés suscitado por su odisea llevó a Rodney a ser requerido en numerosos espacios informativos, entre ellos una entrevista televisiva que fascinó a Paul Hogan hasta el punto de inspirarle la famosa película.

La leyenda de Ansell se nutrió también con anécdotas como la de que al ser invitado a un hotel de cinco estrellas en Sydney, durmió en su saco de dormir en vez de en la cama y se quedó asombrado por la existencia de un objeto llamado bidé. Ambos episodios tuvieron su reflejo en la película. Pese a la notoriedad alcanzada por el film inspirado –al menos parcialmente- en su vida, Ansell arrastró graves dificultades económicas en sus últimos años y se vio involucrado en varios casos de robo de reses al sur de Darwin. En uno de ellos atacó a un ganadero. Ello provocó el establecimiento de controles de carretera, en uno de los cuales acabaría muriendo, no sin antes matar a un policía en el tiroteo. La identificación del cadáver de Ansell –robusto, de ojos azules y pelo rubio, como Hogan- tardó más de un día. Carecía de todo tipo de documentos y pocos australianos lo habían visto desde hacía años.

Cocodrilo Dundee tenía muchas historias que contar de cocodrilos, claro y aquella mañana íbamos a aproximarnos algo más a aquellos agresivos animalitos. Antes de salir del parque nacional de Kakadu hicimos una parada en el río Alligator, una corriente de agua achocolatada bordeada por espesa vegetación y que como su expresivo nombre indica es el hogar de un gran número de cocodrilos marinos. Por supuesto, ha habido quien ha visto las posibilidades comerciales del saurio y ha montado un pequeño chiringuito con un embarcadero de madera de aspecto endeble y unos barcos de dos cubiertas que realizan pequeños cruceros por el río para que los visitantes puedan experimentar de cerca la visión de los amables reptiles. Atrincherados en una especie de cofias que sobresalían de la cubierta superior de la embarcación, un par de miembros de la tripulación, utilizando pértigas a modo de cañas de pescar, suspendían grandes pedazos de carne cruda sobre el agua. Los cocodrilos sabían perfectamente que el barco les suministraba comida y se acercaban sin miedo hasta justo debajo de nosotros para permanecer inmóviles bajo la ondulante pieza de carne, como si la cosa no fuera con ellos. Entonces, de repente, rápidos como el rayo, se impulsaban fuera del agua y con un estremecedor "clac" cerraban las mandíbulas sobre su presa -cortando de paso la cuerda que la sujetaba a la pértiga- y desaparecían bajo el agua.

Cocodrilo significa lagarto y viene del griego krokodeilos. El nombre fue consignado por primera vez por Herodoto, que los vio en las orillas del Nilo. A muchos kilómetros de Egipto, los aborígenes han vivido junto a los cocodrilos y se los han comido a ellos o a sus huevos durante miles de años, pero a principios de este siglo los cocodrilos habían sido cazados hasta casi la extinción, ya fuera por deporte, por ser mal considerados o por su piel. La ley cambió esta tendencia a mediados de los años sesenta, pero a pesar de la actual protección, las granjas y la eliminación de los cocodrilos solitarios, es muy poco probable que el Top End recupere los cocodrilos de más de 5 m. El capitán del barco, sin embargo, con un tono algo irritante similar a los de los feriantes vendedores de jamones, iba narrando algunos hechos y curiosidades relacionados con los “salties”. Él opinaba que sí volveríamos a ver auténticos monstruos: dado que su ritmo de crecimiento es similar al nuestro y la prohibición de cazarlos no entró en vigor hasta 1971, aún no ha transcurrido el suficiente tiempo como para que los ejemplares más vigorosos se desarrollen plenamente.


Pues bien, desde 1971 el tamaño, abundancia y falta de temor en estos animales se han incrementado. Además, la extensión de los asentamientos humanos en áreas antes deshabitadas han aumentado los riesgos de contacto entre hombres y cocodrilos. A pesar de todo, los ataques de cocodrilo no son algo frecuente, registrándose una muerte cada dos años.

De las dos especies que viven en Australia, el Freshwater Crocodile o Freshy es relativamente pequeño y sólo constituye un peligro para aquellos que accidentalmente pescan uno en una red o quien intenta arrinconarlos para atraparlos. El Saltwater Crocodile o Salty, los que contemplábamos en ese momento, es otra historia; es el cocodrilo más grande del mundo y los adultos pueden considerarse como comedores de hombres (si se les da la oportunidad). Los adultos pueden llegar a medir 7 metros de longitud. Tales bichos son increíblemente poderosos en el agua y sus presas varían desde aves y reptiles a peces, wallabies o incluso búfalos. Normalmente acechan a su presa sigilosamente, moviéndose justo bajo la superficie del agua.

Ambas especies de cocodrilos ponen sus huevos en un nido que defienden con fiereza hasta que las crías pueden valerse por sí mismas. Son mamás muy delicadas, que transportan a sus pequeños en sus bocas llenas de afilados dientes sin dañarles ni una escama.

Un consejo importante es no nadar o cruzar ríos o estuarios que puedan estar frecuentados por cocodrilos. Esto incluye la mayor parte de los rios del Top End o Territorio del Norte, el norte de Queensland y el norte de Australia Occidental. Las señales de “peligro cocodrilo” no siempre están puestas (se roban continuamente como souvenirs), y si se tienen dudas, es mejor no bañarse. Muy difíciles de ver incluso cuando se encuentran sobre el agua, los cocodrilos pueden permanecer sumergidos durante horas. En resumen: no se bañe a menos que esté seguro de que no hay peligro. Si se está acampado, no se debe preparar carne fresca junto a la orilla del agua como tampoco recoger agua del mismo sitio cada día (los cocodrilos son buenos observadores de la conducta de sus presas).

Como hemos dicho, los accidentes son sorprendentemente inusuales, pero todos los ataques salen en la primera página del NT News. Las historias horripilantes forman parte del repertorio de todos los guías turísticos y están muy arraigadas en el folclore del Territorio. Hay otra cosa que se debe evitar: no seguir los rastros que dejan los cocodrilos en su camino hacia el agua, especialmente en las primeras horas de la mañana o a última hora de la tarde. El sobrecogedor sonido de las mandíbulas de aquellos monstruos al cerrarse indicaban una fuerza aterradora. Aferran a la presa con sus poderosas mandíbulas y afilados dientes, arrastrándola debajo del agua hasta ahogarla. Los cocodrilos no pueden masticar, de modo que cortan a la presa, sacudiéndola y despedazándola con sus dientes. Nuevos dientes crecen para reemplazar los que se rompen o se pierden.

Y, en caso de emergencia, ¿qué podríamos usar para paralizar un cocodrilo?. Pues bien, aquí va el consejo de la abuela: para cocodrilos de hasta dos metros, una banda de goma sería suficiente como para salir con bien del encuentro. ¿Qué cómo es eso? Los músculos que cierran las mandíbulas de un cocodrilo son tan fuertes que generan la misma potencia que un camión cayendo desde un acantilado. Pero, en cambio, los músculos que las abren son tan débiles que pueden sujetarse ambas con una sola mano sin que el animal consiga vencerte. Buen truco, ¿eh?

Los cocodrilos tampoco lloran mientras acaban contigo, como dice la leyenda. Se trata de una creencia popular que se remonta a la Edad Media. Sir John Mandeville, en un escrito de 1356 observó: “En muchos lugares del río existen muchos cocodrilos –esto es, un tipo de serpiente larga-. Estas serpientes matan a los hombres y se los comen mientras lloran”. Los cocodrilos tienen glándulas lagrimales pero descargan directamente en la boca, así que externamente es imposible ver ninguna lágrima. El origen de la leyenda podría tener que ver con la proximidad de la garganta a las glándulas que lubrican los ojos. Éstos pueden humedecerse a causa del esfuerzo a la hora de intentar tragarse algo grande o que se revuelve. Tampoco pueden sonreír: los cocodrilos no tienen labios.
Los ácidos gástricos de los cocodrilos contienen suficiente ácido hidroclorhídrico como para disolver incluso el acero y el hierro. Por otra parte, la leyenda urbana de los cocodrilos que viven en las alcantarillas no es más que eso, una leyenda. Estos animales no pueden sobrevivir sin la radiación ultravioleta proveniente del sol que les permite procesar el calcio. El cuento se puede rastrear hasta un artículo del New York Times de 1935 en el que se decía que unos chicos habían sacado un cocodrilo de una alcantarilla del Harlem y lo habían matado a golpes con palas. Probablemente el animal cayó de un barco en el puerto y nadó por los conductos de desagüe hasta la alcantarilla.
Normanton es una de esas pequeñas y adormiladas poblaciones ganaderas, justo al sur del golfo de Carpentaria, en el estado de Queensland. A pesar de que el censo dice que hay 1.447 habitantes, parece una ciudad fantasma. No vemos a nadie, ni siquiera un coche circular, por las bonitas calles flanqueadas de edificios levantados durante la fiebre del oro hace más de cien años. Las casas son de madera y lucen perfectamente restauradas y conservadas, pintadas las fachadas de colores pastel. Sus pisos superiores exhiben terrazas que rodean completamente la construcción con barandas de hierro forjado. El piso inferior cuenta con la protección de un porche. Palmeras y césped separan unas casas de otras dando al conjunto un aspecto ligero, amplio.

Si nos detenemos aquí es para hacernos una foto junto a o encima de la enorme estatua que reproduce, a escala natural, el mayor cocodrilo jamás atrapado, no lejos de aquí. Se trata de una bestia de 8.64 metros en cuya boca puedo acomodarme sin problemas. A menudo vemos a los cocodrilos semisumergidos, con solo los malévolos ojillos sobresaliendo del agua, o bien a lo lejos -acercarse demasiado no es recomendable para la salud-. Los documentales no dan una idea de las verdaderas y terroríficas dimensiones de estos supervivientes del jurásico. El que teníamos aquí parecía sacado de una película de monstruos de Hollywood. Para hacerse una idea basta caminar ocho pasos. Mire atrás, donde comenzó, y verá la longitud -sólo la longitud- del animalito.

1 comentario:

Anónimo dijo...
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