span.fullpost {display:none;} span.fullpost {display:inline;} DE VIAJES, TESOROS Y AVENTURAS: Gran Barrera de Coral: el Edén submarino (3ª parte)

domingo, 14 de junio de 2009

Gran Barrera de Coral: el Edén submarino (3ª parte)



Algo más de una hora de travesía nos separaba de un cayo de arena blanquísimo que sobresalía del mar como si fuera el lomo de algún enorme animal. La mitad del cayo estaba vallado para delimitar la zona protegida de anidación de aves. Cogimos las aletas, las gafas y el esnórkel y nos montamos en el bote que nos acercó hasta la playa. El agua estaba a una deliciosa temperatura de 26ºC, lo que hacía que el contacto con el mar fuera una experiencia de lo más placentera. Me senté en la arena de la playa, donde rompían las suaves olas, me puse las aletas y las gafas, incliné la cabeza, la metí dentro del agua y ¡zas! Allí estaban los peces. Había pensado que tendría que internarme más en el mar para ver el mundo submarino, pero no. Allí mismo, entre mis piernas estiradas en la arena, ya nadaban peces y pececillos.

Era una maravilla. Da igual las fotos y documentales que hayas visto o los artículos que hayas leído. La experiencia sensorial será mucho más intensa de lo que uno había imaginado. Es un símil que se ha utilizado hasta la saciedad, pero ello es porque es cierto: es como asomarse a otro planeta. En cierto modo lo es. La vida ahí abajo tiene poco que ver con nuestra experiencia cotidiana e incluso nos cuesta distinguir si algo es un animal o un vegetal, si es una roca o un animal camuflado. En este entorno somos nosotros los extraños.

Aun cuando ni siquiera bucee sino que me mantuve en la superficie simplemente mirando hacia abajo, pude ver una explosión de vida. Escarpados precipicios de coral y desfiladeros repletos de corales y peces de colores. Vi almejas gigantes, estrellas de mar, bosquecitos de anémonas ondulantes, esponjas excavadoras amarillas, esponjas tubulares, hierbas marinas, algas tortuga, budiones lunar azul, peces de medio pico, corales en plato, angelotes banda azul, arbustos de coral, corales cuerpo de venado… Peces tropicales con nombres exóticos pululan entre los corales luciendo sus colores fluorescentes: peces trompeta, plátax de cara roja, peces arilla, peces napoleón… también vi estrellas de mar rojas y pepinos de mar negros …. Fue como estar en un acuario público, pero (claro está) aquello era salvaje y natural.

Es posible observar, entre los tentáculos de las anémonas, pequeños peces de un naranja brillante con bandas negras y blancas: son los peces payaso. Estos peces encuentran refugios entre los tentáculos venenosos de aquellas criaturas, a los que son inmunes gracias a una capa protectora de escamas. Los científicos, a partir de los componentes químicos de esa capa, han creado el SafeSea, una crema que se aplican los submarinistas y que les protege de los nematocitos o células “venenosas” de anémonas, corales o medusas. Las sorpresas y maravillas de este nuevo universo parecen incontables. Una criatura que parece salida de la imaginación de un niño es el pez vaca, con forma de caja y un par de cuernos que sobresalen sobre sus ojos y que le dan su nombre.

No tuve esa suerte, pero no es imposible tener un encuentro con una tortuga marina. Debido a la caza despiadada que han sufrido estos animales, su número ha caído dramáticamente en los últimos años hasta el punto de que, aunque la Gran Barrera es el lugar del mundo con más ejemplares, se considera una gran suerte ver una de estas pacíficas criaturas, que se mueven por el agua como si volaran grácilmente a pesar de su pesado caparazón. Anida cada dos o cuatro años, excavando profundos agujeros en playas de arena, dentro de los cuales depositan más de un centenar de huevos. Después de haberlo hecho, se va. Así, las tortuguitas recién nacidas se tienen que valer por sí mismas cuando eclosionan del huevo. Con gran esfuerzo, se dirigen hacia el mar, donde son presa fácil de gaviotas y cangrejos. Los supervivientes volverán exactamente al mismo lugar al cabo de 20 o 30 años para repetir el ciclo y dar vida a una nueva generación de la especie. Nadie sabe cómo son capaces de encontrar de nuevo el sitio.

Por supuesto, como ya nos dijo nuestra amable monitora, el paraíso tiene también su cara oscura y peligrosa, uno de cuyos más agresivos representantes es el pez roca, cuya boca vertical y sus ojos situados en la parte superior de su cabeza justifican su nombre científico, Synanceia horrida. Ví un par de ellos, camuflados excepcionalmente bien en cavidades del coral, esperando que una presa se acercara. El incauto que lo pise no olvidará la experiencia si consigue sobrevivir. De acuerdo con el Australian Venom Research Unit, el pez roca “puede describirse como el pez venenoso más peligroso del mundo”. Las dos especies que viven en las aguas australianas lo hacen principalmente en la costa norte y el consejo a dar es: ten cuidado. Si se pisan las espinas dorsales, que están unidas a unas glándulas venenosas, se entra en un mundo de extremo sufrimiento. El pie duele y se hincha rápidamente y la víctima no tardará en debilitarse debido al dolor. Una salida inmediata del agua es esencial al igual que un tratamiento de primeros auxilios. Las buenas noticias es que las muertes son muy raras (no se ha registrado ninguna hasta la fecha) y hay antiveneno disponible. Las malas noticias son que sí puede producirse un daño permanente en los tejidos y que las espinas pueden quedarse clavadas dentro de la piel.

Otro amable vecino de la Barrera es el pulpo de anillos azules, que se puede encontrar en aguas someras y las piscinas naturales que se forman entre las rocas y arrecifes cuando baja la marea. Es precisamente su color lo que atrae la atención del visitante; de hecho, es cuando el animalito se cabrea cuando aparecen alrededor de su cuerpo anillos de intenso color azul, tan bellos que no puede pasar desapercibido, especialmente para los niños. Su mordedura no duele, pero su saliva contiene un veneno a menudo mortal. También hay que andarse con mucho ojo con las brillantes “conchas textiles de forma cónica”, porque lanzan dardos a cualquier cosa que las toque y el veneno que contienen bastaría para matar a 300 personas. Cada concha tiene 21 dardos.

Las profundidades marinas son semejantes a una ciudad. Durante el día, hay una gran actividad, con los peces que se alimentan de otros peces y el resto de vecinos viviendo en armonía. Durante la noche, la luz se hace más brillante: los rosados neón, los verdes, y los púrpura. La alimentación se intensifica y las capturas comienzan. Es el anochecer el momento en que barracudas y tiburones se muestran más activos y, protegidos por la oscuridad, capturan sus presas completando el ciclo de vida y muerte de este espléndido lugar.

Disfruté como un niño durante una hora, hasta que mi piel comenzó a arrugarse de un modo preocupante. Volví al barco para el almuerzo. Tomé mi plato de pasta sentado en cubierta, echando de vez en cuando trocitos de macarrones a los enormes peces ángel, del tamaño de un sillón, que nadaban alrededor del barco sabedores de que algo les caería.

Tras la comida, el catamarán puso rumbo hacia otro arrecife, en esta ocasión sin cayo de arena próximo, aunque el coral ascendía del fondo marino hasta menos de dos metros bajo la superficie en algunos puntos.

El hábitat del arrecife de coral está perfectamente equilibrado y se resiente de inmediato ante todo cambio. En los años sesenta y setenta se vio en peligro cuando la población de estrellas corona de espinas, que matan al coral al verter en él sus jugos digestivos, se extendió más allá de sus límites normales. La causa fueron los cazadores de souvenirs, que vaciaron el arrecife de tritones, moluscos predadores que reducen la cantidad de estrellas de mar. La protección al tritón ha disminuido de nuevo los niveles de estrellas, pero partes del arrecife tardarán 40 años en recuperarse

Para proteger esta maravilla, única en términos de diversidad, el gobierno constituyó en 1975 un parque marino que comprende tanto la superficie como las profundidades. Dicho estatus fue mejorado en 1983, cuando el gobierno de Queensland anunció la declaración de Parque Nacional para toda la Gran Barrera. Este aumento de la protección era necesario ante el incremento de la actividad turística y la amenaza de intereses industriales (sobre todo pesqueros) que planeaba sobre la zona.

Las autoridades tienen ante sí una tarea poco envidiable: compatibilizar la conservación con los intereses económicos de los habitantes de la zona. El litoral paralelo a la Gran Barrera es una zona altamente desarrollada, con la presión que ello supone sobre el medio ambiente. Los fertilizantes utilizados por los agricultores de la región acaban indefectiblemente siendo arrastrados al mar durante la temporada de lluvias, donde han comenzado a afectar el ecosistema de la barrera. Los responsables del Departamento de Parques australiano mantienen reuniones con ellos para intentar encontrar soluciones, pero no resulta fácil convencerlos de que cambien sus prácticas.

Además, Queensland cuenta con una importante industria pesquera, a cuyos barcos se suman las decenas de miles de yates particulares. A los locales se suman los millones de visitantes que acuden a la región, muchos de los cuales acuden a la Gran Barrera en tours organizados. Por supuesto, la pesca en todas sus modalidades, tanto comercial como recreativa, está controlada y sólo los aborígenes que habitan al norte del estado –la parte más inaccesible y, por tanto, menos visitada- tienen permiso para pescar libremente a la manera tradicional.

Se da por hecho que el turismo va a causar daños, por lo que se ha intentado limitar la agresión al mínimo posible. Sólo se admite el amarre en boyas establecidas y la mayoría de las inmersiones se realizan en lugares predeterminados, que acusan el desgaste ocasionado por tantos visitantes. Efectivamente, mucha gente se queja del estado del coral y yo mismo, lego en la materia, detecté desconchados y zonas decoloradas a causa de la reunión de buceadores en los promontorios y las cicatrices de las anclas de los botes y yates en el coral. Más lejos, los tramos exteriores están en mejores condiciones, aunque está claro que los lugares más populares muestran evidentes signos de deterioro. En todo caso sólo los buceadores experimentados pueden sentirse algo decepcionados. La decisión del Departamento de Parques protege grandes porciones de la Gran Barrera a costa de que la concentración de embarcaciones en unos cuantos sitios hace que los destrozos resulten muy evidentes en esos lugares.

Si uno llega a Cairns y decide no ir a ver la Gran Barrera de Coral, sus amigos y parientes le mortificarán por ello. Ahora bien, si no apetece o bien si viajar en barco marea, siempre se puede fabricar una mentirijilla. Todo lo que se necesita es decir que fuiste y seguir los siguientes consejos:

- Comienza siempre la historia de tu visita a la Gran Barrera de Coral describiéndola como una de las “grandes maravillas del mundo”. Si has estado en el Gran Cañón y las cataratas del Niágara, aquí tienes la oportunidad para hacer la comparación.



- Quizá podrías decir que te apuntaste a un cursillo de submarinismo y después te adentraste en la barrera con un reducido grupo de compañeros. Si crees que esto no hay quien se lo crea entre los que mejor te conocen, bastará que digas que has hecho snorkelling.


- Incluye siempre una historia de tiburones, pero no te pases. Nadie, ni tu abuela de 104 años, se va a creer que eres el único superviviente del ataque de un gran grupo de gigantescos tiburones blancos. Bastaría con que hubieras divisado un tiburón de arrecife a una distancia de unos 50 m. Suena más verosímil.



- Si has llegado hasta Cairns, lo más probable es que realices un viaje en barco. Una buena idea sería decir que has ido en uno de esos barcos con fondo de cristal, para que así puedas mentir con fundamento sobre la “asombrosa y multicolor vida marina del arrecife”.

La Gran barrera no es sólo para buceadores. De hecho, sólo el uno por ciento de sus arrecifes recibe la visita regular y permitida de submarinistas. El resto, entre los que mi incluyo, permanecemos ajenos a las botellas de aire comprimido y aletas. Pero para todos, incluso para los que sólo quieren pasar un día en el mar disfrutando de maravillosos paisajes marinos o prefieren desembarcar en alguna de las islas para caminar por la maleza o incluso los bosques, para todos, repito, la Gran Barrera ofrece una experiencia que se encuentra más allá de lo que obtiene el común de los viajeros. Volvimos a Cairns satisfechos y con la certeza de haber gozado del privilegio de disfrutar de algo muy especial, un día inolvidable en una verdadera maravilla de nuestro planeta.

1 comentario:

ariadna dijo...

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