Durante la crisis económica mundial de la década de 1930, el ebanista Ole Kirk Christiansen ya fabricaba juguetes de madera para los granjeros locales y en 1934 bautizó a su pequeña empresa Lego, nombre que juntaba las primeras sílabas de las palabras danesas leg (jugar) y godt (bueno). En 1947 compró la primera máquina de moldeado por inyección de toda Dinamarca para hacer bloques de construcción que encajaban. Pero fue su hijo, Godfred, quien inventó y patentó el sistema de unión de las piezas actuales. A partir de ese momento, Lego se convirtió en todo un fenómeno.
Desde que los bloques salieron al mercado hace setenta años, la compañía Lego ha pasado de ser una pequeña empresa familiar a la fabricante de juguetes más grande de Europa. Fundada en Dinamarca, el país escandinavo más pequeño, la juguetera continúa ubicada en el pueblo de Billund. Pero en la actualidad esta pequeña comunidad posee el segundo aeropuerto más grande del país, y en ella está Legoland, con treinta réplicas de ciudades de quince países del norte de Europa construidas con piezas de Lego así como modelos de edificios y monumentos de todo el mundo. Y todo, todo, construido con piezas de Lego que se pueden hallar en cualquier caja de este juguete. Los barcos surcan las aguas, los trenes se mueve y los camiones circulan en esta inmensa y precisa maqueta.
Además de los clásicos bloques en colores primarios, blanco y negro, existen bloques más grandes para niños en edad preescolar y, desde no hace mucho, veinte líneas individuales de productos destinadas a clientes específicos como adolescentes románticos o niños aficionados a las tecnologías. La comercialización de complementos y productos autorizados, pro ejemplo en el sector de la ropa, no es más que otro indicador de la popularidad de la marca: se ha convertido en una de las concepciones de diseño más conocida del siglo XX, tan famosa como Coca-Cola, McDonald´s o Volkswagen. Desde su invención se han fabricado más de 349 billones de piezas; por tanto, estadísticamente, cada habitante del planeta posee unos 52 bloques. Probablemente no existe ningún otro juguete que pueda competir con la fama de Lego. Según algunos cálculos, aproximadamente unos 400 millones de niños y adultos de todo el mundo son aficionados a elaborar construcciones gracias a este fabuloso juguete.
Desde que los bloques salieron al mercado hace setenta años, la compañía Lego ha pasado de ser una pequeña empresa familiar a la fabricante de juguetes más grande de Europa. Fundada en Dinamarca, el país escandinavo más pequeño, la juguetera continúa ubicada en el pueblo de Billund. Pero en la actualidad esta pequeña comunidad posee el segundo aeropuerto más grande del país, y en ella está Legoland, con treinta réplicas de ciudades de quince países del norte de Europa construidas con piezas de Lego así como modelos de edificios y monumentos de todo el mundo. Y todo, todo, construido con piezas de Lego que se pueden hallar en cualquier caja de este juguete. Los barcos surcan las aguas, los trenes se mueve y los camiones circulan en esta inmensa y precisa maqueta.
Además de los clásicos bloques en colores primarios, blanco y negro, existen bloques más grandes para niños en edad preescolar y, desde no hace mucho, veinte líneas individuales de productos destinadas a clientes específicos como adolescentes románticos o niños aficionados a las tecnologías. La comercialización de complementos y productos autorizados, pro ejemplo en el sector de la ropa, no es más que otro indicador de la popularidad de la marca: se ha convertido en una de las concepciones de diseño más conocida del siglo XX, tan famosa como Coca-Cola, McDonald´s o Volkswagen. Desde su invención se han fabricado más de 349 billones de piezas; por tanto, estadísticamente, cada habitante del planeta posee unos 52 bloques. Probablemente no existe ningún otro juguete que pueda competir con la fama de Lego. Según algunos cálculos, aproximadamente unos 400 millones de niños y adultos de todo el mundo son aficionados a elaborar construcciones gracias a este fabuloso juguete.
Los educadores, como la propia empresa, han reconocido y alabado el potencial del juguete en términos sociales y comunicativos, pues la construcción tridimensional ayuda a los más pequeños a comprender y percibir el mundo. La estructura de los bloques favorece el desarrollo del pensamiento metódico y compatible. Hace aproximadamente diez años, el diseñador alemán y filósofo del diseño Otl Aichler apuntó que “la idea de captar una idea es algo más que la mera analogía visual del acto físico de atrapar. Una cultura basada en la mente no puede existir sin una auténtica cultura de la mano… Si a la mano se le permite alcanzar todo su potencial, no sólo se limita a trabajar, sino que además juega… Entonces también la mente se desarrollará con mayor libertad. La plasticidad en la mano es la plasticidad de la mente, el objeto agarrado es la idea captada”.
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