El fenómeno geológico que ha creado el espectáculo acuático de las cataratas en mitad de un paraje árido y agostado por el implacable sol africano, también ha contribuido a levantar un milagro vegetal a su alrededor. La humedad y el volumen de agua en suspensión que genera el colosal salto de

agua crean un microclima que se beneficia de un riego continuo, día y noche, 365 días al año. La vegetación crece exuberante por doquier. La selva tropical que rodea las cataratas es un santuario para aves y mariposas y árboles como el ébano, la caoba, las palmeras, los helechos, las orquídeas, las parras, las lianas y una gran cantidad de plantas trepadoras y rastreras. Todas las especies gozan de un crecimiento generoso gracias a la constante humedad y al humus del suelo.
La pared vegetal a menudo oculta las cataratas, dejando sentir al caminante su presencia sólo por el rugir de las aguas y el frescor que reina en la zona. Existen varios miradores y send

eros que bordean la enorme grieta y nosotros optamos por uno de ellos. A mitad de camino, estratégicamente situados, un par de nativos ofrecían chubasqueros y capas de agua. Pasamos de largo, confiados en que nuestras chaquetas impermeables serían suficiente protección. La ignorancia es atrevida. A medida que el sendero serpenteaba hacia la base de las cataratas, el vapor de agua en el aire aumentaba más y más. Cuando tuvimos la montaña líquida a la vista, ya estábamos totalmente empa

pados. Los chubasqueros eran inútiles. Millones de gotas golpeaban nuestros cuerpos desde todas direcciones. Ni siquiera podíamos sacar la cámara de fotos so pena de que quedara convertida en un montón de mecanismos chorreantes. Era como si nos estuvieran lanzando cubos de agua. Una neblina blancuzca, mezcla de espuma y gotas en suspensión, impedía ver la catarata, aunque era evidente que el monstruo estaba justo frente a nosotros. Desde el borde de la grieta, la luz y el agua se combinaban para moldear un arco iris colgante perpetuo sobre la garganta.
Existen muchas maneras de disfrutar de las cataratas Victoria. Un paseo en avioneta permite apreciar y maravillarse de esta inusual combinación entre las fuerzas geológicas y el poder del agua abarcando toda la extensión de la misma. El rafting del Zambeze es justificadamente famoso y no apto para espíritus débiles. La afluencia de turistas ha tenido como consecuencia el surgimiento, tanto en Livingstone, en Zambia, como en Victoria Falls, en Zimbabwe, de todo tipo de comercios horteras y actividades enloquecidas para extranjeros ávidos de supurar adrenalina a precios nada africanos: puenting, gorge swing, parapente, rap jumping, zip wire, vuelos en helicóptero, en ultraligero, kayaks, paseos en elefante…
La zona goza de una protección especial desde 1934, cuando se creó el Parque Na
cional Mosi-oa-Tunya, que en la actualidad se extiende a ambos lados de la frontera entre Zambia y Zimbabwe. Estos dos países han puesto un especial empeño para la protección de los 69 km2 de espacio protegido que en 1989 pasó a formar parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Aunque hoy el lugar se halle bajo la presión del turismo y la amenaza de proyectos para construir presas que aprovechen el potencial hidroeléctrico, sigue siendo uno de los lugares más fascinantes del continente africano.
1 comentario:
Las cataratas más anchas del mundo son las del Iguazú, con 2700 metros de ancho.
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